SENSIBILIDAD VISUAL EN EL UNIVERSO

MORAL DE LA ODISEA *

 

A la Profesora Hna. Anneliese Meis

 

Jorge Oscar Velsquez

Profesor de la Facultad de Filosofa,

Pontificia Universidad Catlica de Chile

 

En el trabajo se hace una revisin de algunas caractersticas generales de la lengua griega, de ciertos aspectos de la "cuestin homrica", y, finalmente, de la importancia de la tradicin oral. Se hacen tambin breves consideraciones en torno al asunto de las formulae y los temas. Mediante el estudio de la visualidad, se intenta penetrar en el modo que el poeta tiene de ver la realidad, y se busca hallar algunas seales de su mundo de valores morales. La admiracin es objeto de especial estudio, pues permite reconocer desde un ngulo distinto los efectos que la visin produce en el nimo de los sujetos. En suma, se trata de un anlisis esttico de los contenidos morales del mirar y de la visin.

 

This essay reviews certain general characteristics of the Greek language, some aspects of the "Homeric question" and finally the importance of the oral tradition in the transmission of the Homeric poems. In addition, themes and formulae are briefly considered. Through the study of vision an attempt is made to identify whether this is a way in which the poet's view of reality may be revealed and whether whithin this we can find some indications of the presence of a body of moral values. Wonderment is studied in some detail in this respect. In brief, this is fundamentally an aesthetic analysis of the moral value of observation and vision.


I. La lengua griega clsica —segn el testimonio de su literatura— muestra una inmensa riqueza de expresin. En efecto, ella utiliza un extenso vocabulario, un sofisticado sistema verbal, y una capacidad notable para formar nuevos trminos compuestos. Esta aptitud aglutinante del griego, proporciona a la lengua una virtud plstica excepcional. Por otra parte, sus voces poseen por lo general un sonido claro y sonoro, cualidad que se hace manifiesta en la notable musicalidad de su poesa; y en prosa, esta condicin es particularmente efectiva en ciertas pginas de la filosofa, la historia y la elocuencia. El orden de las palabras es libre y de apariencia fcil, permitiendo en ocasiones el mnimo esfuerzo en la expresin.

         La descripcin de unos arbustos en la Odisea muestra, incluso en     traduccin, algunos de los rasgos antes mencionados:

Fuese, pues, a la selva que hall cerca del agua,

en un altozano, y se meti debajo de dos arbustos

que haban nacido en un mismo lugar,

y eran un acebuche y un olivo.

Ni el hmedo soplo de los vientos pasaba por entre ambos, ni el resplandeciente sol los hera con sus rayos,

ni la lluvia los penetraba del todo:

tan espesos y entrelazados haban crecido

(Odisea V 475).[1]

El relato fluye con particular naturalidad en la expresin, junto a una facilidad graciosa, en que se anudan ideas y palabras de un modo claro y sin artificios. Complementan el texto, adems, cierta cantidad de partculas expresivas, capaces de afinar la agudeza de una frase, o de matizar el sentido de una palabra o, incluso, representar un estado de emocin. En la cita de ms arriba, aparece tres veces la partcula ara (pues, seguramente), la que no fue vertida por el traductor, porque a menudo, ara es una palabra, ms para ser sentida que traducida (Denniston, 32).

II. En cuanto al problema de la existencia de un poeta nico, verdadero autor de los poemas la Ilada y la Odisea, no sabemos a ciencia cierta si alguien llamado Homero fue el creador original de estas obras. Es, sin embargo, aparentemente correcto decir que los poemas homricos son, en su conjunto, la culminacin de un largo proceso de tradiciones poticas, en las que intervinieron numerosos autores annimos. Esta tradicin popular fue produciendo (como lo ha sealado la crtica) caracteres, temas y un cierto estilo y ritmo de composicin. Desde este punto de vista se puede decir que esta poesa, con su influjo poderoso, no es un comienzo, sino ms bien la madura conclusin de un largo desarrollo(Lesky, 32). Los poemas homricos surgieron en Jonia, y, aunque representan una tradicin ms antigua en cientos de aos, hacia mediados del siglo octavo haban su forma ms o menos definitiva. Su origen es, por tanto, oral, y se conserva ampliamente en su estilo escrito este modo de composicin. Esta caracterstica tiene, qu duda cabe, una importancia capital en el tema especfico de este estudio.

A pesar, entonces, de los innumerables problemas que presenta la composicin de una obra como la Odisea, parece seguro que su autor no habra sido un simple compilador; l supo indudablemente dar unidad artstica a todo ese vasto material. La Ilada tiene como tema central la ira de Aquiles, aunque otros episodios son incluidos en su trama. Es la epopeya de la guerra de Ilin, Troya, y los acontecimientos centrales acaecidos a sus hroes y heronas. Es perceptible una unidad temtica, en la que el ltimo libro retoma los temas del primero, y muestra el final de la ira con la que el poema comenz*. En la Odisea, el retorno de Odiseo (o Ulises, una forma latinizada del nombre del hroe) persiste como tema central a travs de las diversas aventuras del protagonista. A pesar, pues, del ingente material potico, y la variedad de las fuentes —todo ello difcilmente atribuible a un solo hombre— pervive sin embargo esa unidad fundamental de tema, esa caracterizacin estable y continua de los personajes, ese sello propio del mundo descrito y de sus contornos, que sugieren la presencia del genio, de una sola mente que acta como moderador de convergencias, a la que una tradicin venerable ha llamado Homero.

III. Debemos suponer, por otra parte, que los orgenes de los cantos homricos hunden sus races en la poca micnica, cuyo florecimiento se sita entre los siglos XIV y XIII. Con el derrumbe de esta civilizacin, en el siglo XII, sucumbe tambin con ella todo un estilo de vida, del que solo quedan seales tenues. La nueva sociedad, fundada sobre sus ruinas, usa ya el alfabeto fenicio —en un perodo posterior al 1000 a. C.—, y la escritura se impone poco a poco a costa de los poetas recitadores.

Cuando los poetas pre-homricos, un tipo de bardos, entonaban sus versos, no memorizaban propiamente, sino que recreaban un material conocido para ellos y que era adaptado a una situacin especfica. El bardo usaba frmulas tradicionales, frases, eptetos, con la libertad de su propia capacidad e imaginacin poticas. Se trataba, entonces, de un cantor capaz de improvisar con particular habilidad y efectividad.[2] Todo este acervo literario de generaciones de poetas populares, se supone que encuentra en Homero a su genio unificador. Su lugar de origen se podra localizar en las islas del Egeo o en las costas jonias del Asia Menor, probablemente a mediados del siglo VIII. No se puede dar por terminada, sin embargo, la controversia en torno al tema. Se piensa generalmente que Homero no pudo haber sido el autor de ambos poemas, puesto que estos difieren demasiado extensamente en lenguaje, estilo y pensamiento, para ser adscritos a un solo y mismo autor (Frnkel 6-8). Ahora bien, si suponemos o no que son dos los Homeros, parece de todas maneras razonable concluir que la fuerza de los poetas homricos est en la destreza de su composicin, la de los poetas orales en la improvisacin.[3]

El triunfo de la escritura termin por poner en crisis el antiguo sistema de transmisin, de modo que, en la Atenas del siglo VI, Pisstrato habra hecho poner por escrito los poemas homricos, que de otra manera, corran el riesgo de perecer en el olvido o la desintegracin. De aqu, o de un contexto histrico anlogo, surgen los rapsodas, que recitan ahora, en forma memorizada, un texto ya fijado por la escritura y la sancin poltica. Frente a un texto ya consolidado de las epopeyas griegas, permanece una pregunta, no del todo solucionada, que puede formularse de la siguiente manera: Dnde, en el desarrollo de los poemas, deberamos encontrar la gran figura o figuras que, finalmente, modele la Ilada y la Odisea en la forma evidentemente artstica y meditada en que nosotros la conocemos?(Gaunt 172). Porque las obras son evidentemente el resultado de una planificacin cuidadosa, que, suponemos, en ningn caso pudieron ser creados sin la ayuda de la escritura.[4]

Homero era ya indudablemente antiguo para el hombre de la Grecia clsica, un testimonio de una poca ya fenecida, heroica y aristocrtica, y en que los mortales an alternaban con los dioses. Pero el poeta ser siempre considerado, hasta la extincin del espritu griego antiguo, de tal manera el padre de la Hlade, que, como afirma Nietzsche, podramos decir que los griegos que suean son Homeros, y que Homero es un griego que suea (Nietzsche, 47). Y podemos percibir, por otra parte, en los poemas homricos llamaradas de algo ms que un inicio del dominio del alma griega sobre sus mitos; es decir, podemos percibir en ellos la representacin de un genio ordenador del mundo, que logra armonizar al hombre y a la naturaleza, a los hombres y a los dioses, en tal forma, que los siglos sucesivos pudieron extender y elevar esta armona hasta lograr la gloria del helenismo (Finley ,26).

IV. El mito griego comienza, as, a configurarse en la poca micnica, aunque suponemos que la pica griega adquiere una apariencia reconocible para nosotros en tiempos inmediatamente posteriores, es decir, durante los siglos XII al VIII. Ahora bien, los descubrimientos en torno al Linear B —el sistema de escritura en griego de la administracin micnica— y su desciframiento en 1953, han demostrado que los micnicos eran griegos, o al menos hablaban griego"(Chamoux, 16-17). Se poseen en la actualidad, por lo tanto, textos escritos pertenecientes a la civilizacin helnica de pocas probablemente en torno al siglo XV antes de nuestra era. En esas circunstancias, esta perspectiva nueva autoriza a poner el acento no ms en la ruptura, sino en la continuidad (ibid.). Ya que —conforme a la informacin de que dispongo— no poseemos an textos propiamente literarios provenientes de esas tablillas de arcilla cinceladas en Linear B, podemos decir, entonces, que los poemas homricos son la primera manifestacin transcrita de la literatura griega.[5]

V. Desde el punto de vista de su actitud frente al conjunto de la realidad humana y del mundo,.se ha considerado a Homero como un poeta natural, en cierto sentido ingenuo, Quiz sea vlido para este universo lo que Nietzsche afirmaba del mundo artstico del sueo, en cuanto distinto del de la embriaguez, y en cuanto representativo del impulso apolneo. Son mundos de ensueos, manifestadores de bellas ilusiones; se mira el entorno con ojos lmpidos, como quien no desconfa del valor permanente de toda apariencia y de cuanto percibimos por nuestros sentidos. En esa situacin, la duda casi no existe; se goza, ms bien, de una aprehensin inmediata de la figura, en que todas las formas nos hablan, no existe nada indiferente ni innecesario (Nietzsche 41). No parece difcil poder mostrar algunos ejemplos que nos muestran esta perspectiva de las cosas. El poeta es sensible a la manifestacin de de la apariencia sensible del mundo en su individualidad y en su armonizada complementacin; describe su entorno con pinceladas certeras, en que los objetos —baados de la luz transfigurante del Mediterrneo— parecen cobrar vida:

All estaban las tinajas del dulce vino aejo

repletas de bebida pura y divinal,

y arrimadas ordenadamente a la pared.

(Odisea, 340 ss).

o puede suceder que el poeta penetre en una configuracin ms compleja de fuerzas cinticas y logre, con todo, mantener la atencin en un centro nico, que se desplaza en medio de estas fuerzas elementales:

Hinch el viento la vela, y las purpreas olas resonaban grandemente en torno de la quilla, mientras la nave corra siguiendo su rumbo. (Odisea II 427 ss)

o describir la tumultuosa carga de un grupo de combatientes. En pocas lneas se logra representar la arremetida de los troyanos en su momento crtico, para luego mostrar la declinacin casi instintiva de la furia del ataque, que se altera, desfallece, y finalmente, se muda en la pasin contraria:

Arremetieron los teucros como perros

que, adelantndose a los jvenes cazadores persiguen el jabal y anhelan despedazarle;

pero cuando el animal, fiado en su fuerza,

se vuelve, retroceden y espantados se dispersan.

(Ilada XVII 724 ss).

El ser humano se presenta, as, ante la existencia sin complicaciones ni rechazos; y podemos ver en Homero lo que K. Jaspers dice en general de esa seguridad sin tragedia, propia de los estados pre-trgicos, donde hay solo un lamento, una queja, pero en que no aparece ningn desgarramiento de desesperacin, sino un sereno soportarlo todo con paciencia, y morir.[6] De este modo, el dolor o el placer, el jbilo o la tristeza, se expresan mediante un saber que podemos llamar ahistrico, en que el nimo de la vida permanece sereno, no interfiere ninguna lucha, ningn obstinado desafo.[7]

VI. A continuacin de estas consideraciones de orden general, podemos proceder a examinar con mayor detencin algunos aspectos peculiares de los poemas, con el objeto de analizar caractersticas que puedan ayudarnos a destacar mejor el tema de nuestro estudio. Uno de los primeros elementos que pueden llamamos la atencin, consiste en el uso frecuente de ciertas frmulas tcnicas que, como se haba visto, forman parte importante de los recursos memorizados del recitador.

No faltarn los eptetos que acompaan a los mltiples personajes de la obra, como el Zeus altitonante, el divino, paciente o magnnimo Odiseo. Calipso es la divina entre las diosas, y Atenea, la diosa de ojos de lechuza. Estos modos expresivos, no solo pudieron ayudar al hbil bardo a completar un verso, sino que tambin infunden de hecho al poema, en ocasiones, el ritmo y equilibrio ms apropiados.

Es importante comprobar, por otra parte, que la poesa pica se presenta con Homero en pleno estado de madurez. La razn de ello est, indudablemente, en el hecho de que sta representa la culminacin de una larga y rica tradicin de poemas orales recitados por aedos. Estos poemas tenan como finalidad entretener a una audiencia unas veces campesina, otras cortesana o, en fin, de alguna otra naturaleza ms general. Su poder artstico les viene, segn ellos cantan, de las musas, lo que significa en la prctica que en buena medida ellos improvisaban sus poemas. El recitador popular lleva consigo un repertorio de historias del pasado pico, y las utiliza segn las circunstancias. No recita de memoria. Su tcnica consiste ms bien en el manejo inteligente de ciertas frmulas literarias ya probadas por la tradicin, y en el conocimiento pormenorizado de las historias. Usa adems el hexmetro, verso de seis pies dactlicos,[8] cuyo ltimo pie, que ha perdido la slaba final, es llamado disilbico.

La tradicin le ha enseado al bardo tambin a usar ciertas imgenes, lneas repetidas, pasajes comunes, eptetos convencionales, caracteres y comparaciones. Su maestra en la utilizacin puede sorprender gratamente a los oyentes, si en su circunstancia emplea estos elementos con la habilidad apropiada, con arte, o con originalidad. La escena puede a veces estar casi enteramente constituida con tales frmulas, que han sido especialmente destacadas en el siguiente ejemplo.

El divino Alejandro, esposo de Helena,

la de hermosa cabellera,

visti una magnfica armadura,

psose en las piernas elegantes grebas ajustadas con broches de plata; protegi el pecho

con la coraza de su hermano Lican,

que se le acomodaba bien; colg del hombro

una espada de bronce, guarnecida con clavos de plata;

embraz el grande y fuerte escudo,

cubri la robusta cabeza con un hermoso casco,

cuyo terrible penacho, de crines de caballo,

ondeaba en la cimera; y asi una fornida lanza

que su mano pudiera manejar.

(Ilada III 330 ss)

Quizs estoy simplificando demasiado las cosas. La frmula es una cuestin muy debatida entre los estudiosos de Homero, y su inclusin en este estudio tiene un solo objetivo prctico, a saber, el de recordar que la visin del poeta se filtra, de un cierto modo, a travs de frmulas y temas tradicionales que se expresan en un lenguaje estilizado.[9] Se dice de la frmula que es una unidad mtrica y semntica.  [10] Se advierte en estas circunstancias una tendencia a ciertos eptetos que corresponden a la transmisin oral de frmulas poticas; hay tambin, sistemas formales para nombres de personas, y esquemas narrativos. En este caso se describe un tema reconocido de la pica, en que se seala el acto mediante el cual el hroe se arma para el combate. Se puede distinguir, entonces, entre las frmulas, que son locuciones repetitivas, y estos motivos reiterados o escenas tpicas, —los temas — que apuntan ms bien al contenido. En cierto sentido se puede decir que estrictamente hablando no hay formulas tradicionales, y las frmulas de un poeta no son las mismas que las de otro.[11] Todo esto corresponde, en parte, a una herencia literaria comn a los pueblos indoeuropeos. En lo que respecta a las frmulas, se considera que stas no deben entenderse como simples ornamentos de estilo, o meros soportes para la recitacin o para la improvisacin (Haudry, 12). Se dice incluso que ellas son seales de relacin entre las cosas: conceptualizaciones tradicionales, percepcin del hombre y del universo, valores y aspiraciones de la sociedad.[12] .

Por otra parte, una caracterstica importante de los poemas homricos est en su versificacin en hexmetros, con el uso de un ritmo de slabas largas y breves como elementos indispensables de recitacin. En esas condiciones, cada verso tiene un nmero definido de slabas o  posiciones mtricas, y el verso es tratado como un flujo continuo de sonido, dividido en slabas de acuerdo con la secuencia de consonantes y vocales, sin considerar el final de las palabras o pausas gramaticales (West, 2).

VII. Los poemas homricos revelan, como es mi intencin revisar aqu, una sensibilidad visual que se hace especialmente evidente en las descripciones del paisaje. Esta sensibilidad, en cierto sentido, nos permite conocer mejor la actitud de un espectador homrico frente a su mundo circundante. La detallada descripcin del panorama que rodea la gruta de la ninfa Calipso, divina entre las diosas y enamorada de Odiseo, es un buen ejemplo de ese triunfo que la apariencia del entorno parece ejercer sobre el hombre.

Rodeando la gruta, haba crecido una verde selva

de chopos, lamos y cipreses olorosos,

donde anidaban aves de luengas alas:

bhos, gavilanes y cornejas marinas de ancha lengua, que se ocupan en cosas del mar.

All mismo, junto a la honda cueva,

extendase una via floreciente, cargada de uvas;

y cuatro fuentes manaban, muy cerca una de la otra, dejando correr en varias direcciones sus aguas cristalinas

(Odisea V 63 ss).

Al ver ese hermoso espectculo, Hermes, el enviado de Zeus donde Calipso, se admira, mientras contempla el bosque, y se detiene con un sentimiento de placer. Son elementos simples aunque primordiales de un sentimiento esttico y, qu duda cabe, de una actitud que en la poca clsica habra de conducir a la ciencia, el arte y la filosofa. En este ltimo caso, el mirar y el admirar de una cierta manera las cosas del mundo, sern esenciales para el pensamiento filosfico.

En esta mirada del poeta, se expresa una significativa vecindad con el paisaje, puesto que esta actitud existencial parece suponer en el hombre homrico, la certeza de que la creacin est entrelazada de elementos fundamentalmente semejantes, constituyendo una forma de totalidad. Es un universo en que el Sol, el agua, los dioses, el mar, el hombre, la montaa, forman un conjunto, quiz sorprendente y heterogneo, pero vitalmente concordante. La mirada fina y penetrante que suponen estas descripciones, son una seal de que hay cosas en el entorno que, por su afinidad, se hacen accesibles al observador. Se ha producido, as, una convergencia y una connaturalidad entre el hombre y su mundo, cosa que supone, adems, actitudes valorativas concretas frente a la existencia. En otras palabras, el modo de ver (y describir) la realidad mundana, se fundamenta en un universo moral. Es decir, los individuos comparte en la sociedad en que viven un universo comn de valores, y su modo de relacionarse con el mundo y la naturaleza se expresa en una creacin de origen comn y ancestral, los poemas de carcter pico.

Una situacin que pone a prueba lo que aqu se analiza, se manifiesta en el sentimiento de admiracin. Podra parecer que el asombro seala una cierta distancia del espectador frente a las cosas; pero tal como lo veo en ciertos pasajes de nuestra obra, la admiracin se presenta como el producto de la contemplacin de algo que, por ese mismo hecho, se impone forzosamente al espectador. El asombro hace manifiesto cmo la cosa afecta el espritu de quien la contempla, y patentiza, por eso mismo, el sentimiento de unidad con ella. En la admiracin se hace ostensible, mediante una suerte de vibracin concorde con el objeto, su simpata con l. Ese elemento residual de lejana —esa distancia necesaria y precisa que se necesita ante aquello que se admira— solo dice relacin quizs con la intensidad de la experiencia, mediante la que el sujeto se hace ms consciente de su propia individualidad. Se sabe de ante mano que es imposible una fusin completa con aquello admirado. El verbo homrico theomai: dirigir la mirada, contemplar con asombro, revela una ntima correlacin entre el mirar y el admirar. Cuando los itacenses ven llegar a Telmaco al gora, y acto seguido sentarse en la silla de su padre; vuelven sus ojos hacia l, en un gesto de admiracin producido precisamente por una gracia celestial (Odisea II 12) operada por Atenea en el hijo de Ulises. Hay un acto colectivo de asombro por un objeto que logra producir en todos sensaciones estticas similares. Pero no es un concurso de belleza, sino el anticipo de una dramtica sesin de una asamblea pblica. De ah que gracia (kharin) sea un trmino particularmente apropiado para representar el objeto en que se concentra ese sentimiento moral comn. Esta gracia, que lleva el epteto de thespesen, que quizs podramos traducir como sobrehumana, sobrenatural, se har pronto ms evidente incluso por la destreza en el hablar, y el continente valeroso del hijo de Odiseo en la asamblea.[13] En sentido inverso, de un modo semejante Telmaco apela a los sentimientos de indignacin y de vergenza, para conseguir la comprensin y simpata del pueblo frente a la arrogancia de los pretendientes de su madre (Odisea II 64 ss). La sensacin de vergenza (aids), con un significado cercano al de pudor, seala la presencia de una transgresin de lo moralmente deseable y aceptable. Las infamias y ultrajes de los pretendientes, por otra parte, son vistas por Ulises, precisamente, como carentes en absoluto de aids (Odisea XX 171).

Las obras del arte humano tambin forman parte del entorno; y es interesante ver la reaccin de los personajes homricos frente a ellas. La mansin excelsa del glorioso Menelao, es contemplada por el joven Telmaco y su acompaante con admiracin, y se satisfacen de verla con sus ojos(Odisea IV 42-46). Muy semejante es la actitud de Odiseo frente a la mansin excelsa de Alcnoo, rey de los feacios, que resplandeca como un brillo del Sol o de la Luna (Odisea VII 84-85). La descripcin misma del poeta, deja en evidencia para nosotros el impacto que crean en el hombre homrico los productos de la industria y el arte de su propia civilizacin. No es raro que al hombre de todos los tiempos este tipo de cosas causen impresin. Lo que quiero enfatizar aqu es ms bien el modo de verbalizar estas emociones y, en consecuencia, la especificidad cultural de esas sensaciones.

Iba admirando Odiseo los puertos y los finos navos,

y las goras de aquellos hroes y los muros, grandes, altos, provistos de empalizadas: una maravilla de ver.

(Odisea 43-45)7

Estas construcciones hacen admirarse (thumadsen) a Odiseo, sin duda que al ser vistas (idsthai); y son para l un motivo de asombro (thuma). Y si bien son los ojos los que ven, el rgano por excelencia de esta contemplacin admirativa es un conducto elusivo que suele traducirse por corazn: su nombre griego es thyms. Ahora bien, es all precisamente donde Odiseo experimenta estas sensaciones: thei thesato thymi. (Odisea VII 134). Es aqu sin duda donde se siente el sentimiento esttico ms profundo, y como es fcil de entender, no se trata de un rgano claramente especfico; es talvez un conjunto de rganos o una regin del cuerpo. Where qumov is concerned in thought or emotion, dice R. B. Onians, it is the chest or the heart or the lungs that are usually referred to. These are the organs of the mind, the central consciousness (Onians, 79). El thyms, en todo caso, no queda fsicamente limitado al pecho, aunque s alude ordinariamente al vigor vital del ser animado, que es visto por lo general en conexin con los pulmones y el corazn.

Estas experiencias del espritu homrico no son a mi juicio meros arranques emocionales de una cultura primitiva. Ellas muestran la sencillez y la profundidad de una identidad cultural claramente definida, carente en un sentido general de ese malestar propio de una civilizacin en desintegracin. Aparte de ese lado oscuro que vemos especialmente presente en el salvajismo de la guerra y sus consecuencias, o en la conducta de los pretendientes y su cruel eliminacin, la Odisea describe por lo general un mundo de fuertes convicciones espirituales.

Nos hallamos, entonces, ante un universo de hroes (que vuelven a casa), y ante una cultura que puede ser descrita como de guerreros, basada en la valenta y el honor (Finley, 137). Toda esta realidad se mueve al interior de horizontes concretos, de relativa estabilidad. Son el universo en que se vive la vida; en suma, la apariencia de todo lo que circunda la vivencia humana.

VIII. En medio de esa vivencia confiada en la apariencia, un temor reverencial (sebas) posee a Odiseo al ver a Nauscaa (Velsquez 72-73). De all que, usando una inesperada analoga, l se vuelva para recordar su experiencia ante la visin de un joven retoo de palmera (phinikos non rnos) que haba brotado junto al altar de Apolo en Delos. Nausscaa, comparada con la palmera, me parece sealar un proceso de desplazamiento horizontal, en que se establecen comparaciones de un carcter ms bien lineal, aunque lgicamente no se hallen aqu mayores rastros de un mtodo totalmente vertebrado. La comparacin, con todo, de Nauscaa y la palmera, aumenta el poder evocador de la vivencia presente de Odiseo, al ponerla en contacto con una situacin de suprema manifestacin de lo bello. Al situada, a su vez, en un contexto referencial (representado aqu por el retoo de palmera) reduce, en cierto modo, la potencia disolvente de la presencia de una imagen avasalladoramente bella, que impedira el discurso de la palabra potica o los pensamientos discursivos del razonar humano.

Rodeado de todo el vasto mundo de su experiencia religiosa, Odiseo dirige una mirada focal (thymi: en su nimo; Od. VI 166), de carcter individualizador, a la palmera. El retoo, con todo, no surge aislado: lo circunda precisamente aquello que hace posible ese momento nico de cristalizacin contemplativa:

En Delos vi yo alguna vez algo semejante en un retoo de palmera, junto al templo de Apolo,

pues yo estaba tambin all,

y un pueblo numeroso me segua en el camino,

de donde se habran de seguir funestos males para m. Tal como al ver aquella palmera me qued estupefacto por largo tiempo,

pues jams retoo tal haba surgido de la tierra,

as, mujer, me maravillo ante ti y me quedo estupefacto.

(Odisea VI 162-168).

La procesin religiosa junto al templo de Apolo, el altar, el pueblo que le acompaa en el camino, proveen al relato de un contexto de formas, susceptible de condicionar el surgimiento de la palmera como centro esttico fundamental. Todo un horizonte vital se hace presente junto al poeta, haciendo posible en medio de l, la irrupcin casi aterradora de un objeto de arquetpica belleza. En ese objeto peculiar, subyace la totalidad de un mbito previo de belleza, el mundo, por decir as, de su representacin de la realidad. El poeta pone as en evidencia la existencia de un cierto juego lgico entre la totalidad de la experiencia vivida y esa parte, nica, especficamente privilegiada, en la que vibra el todo individualizado y el individuo totalizado.

Adems de toda esta genuina admiracin, que puede parecer sin embargo por momentos un tanto retrica, la comparacin que se hace de la doncella con el retoo de palmera alcanza un profundo dramatismo. Hay en esta analoga una seal de comprensin del parentesco profundo que une a todas las cosas entre s.

La doncella y la palma son puestos en un plano de equivalencia, y se transforman ambos en objeto de contemplacin admirativa. Hay, al mismo tiempo, un sentido de apreciacin de las cosas del entorno de no fcil comprensin para nosotros; en efecto, el retoo de palmera y la doncella, al ser comparados, experimentan un proceso de equiparacin valorativa muy significativo, que supone una gradacin de valores espirituales de un carcter especial y sugerente.

IX. Las divinidades, a su vez, juegan un papel esencial en la concepcin de mundo del hombre homrico. Ellas intervienen en los asuntos humanos y alternan con ellos en distintas circunstancias. Pueden mostrarse a menudo sensibles, a veces celosas; y, por lo general, estn muy dispuestas y resueltas a la accin. Atenea ocupa un lugar central en las aventuras de Odiseo. Le acompaa sobre todo en sus pesares; aunque el mundo de los dioses, su verdadera habitacin, est alejado del devenir corriente de los hombres. En agudo contraste con la descripcin de Odiseo en su balsa a merced de los vientos y las turbulencias marinas, que tiene lugar en el libro V, el poeta, en el canto VI, en breves y enrgicas lneas, pone su atencin en la morada olmpica de los dioses. Dice:

Cuando as hubo hablado, Atenea, la de ojos de lechuza, fuese al Olimpo, donde dicen que est la mansin perenne y segura de las deidades; a la cual ni la agitan los vientos,

ni la lluvia la moja, ni la nieve la cubre

—pues el tiempo es all constantemente sereno y sin nubes—

y en cambio la envuelva esplendorosa claridad;

en ella disfrutan perdurable dicha los bienaventurados dioses

(Odisea VI 41 ss).

Se ha sealado con justicia el tono romntico de este pasaje, altamente potico.[14] En esa mansin divina, todo es seguro y firme, como conviene al poder y majestad de los dioses. Los mismos elementos naturales que agitan y circundan el habitculo del hombre estn tambin presentes all, pero dominados, en estado de transfiguracin serena y esplendorosa; es la montaa en que habitan esos dioses, en cuya diafanidad Mara Zambrano ve la transparencia que vence al misterio (Zambrano, 47). Y en esa cumbre est de algn modo la contrapartida de lo humano, la aspiracin ideal de los proyectos superiores del hombre, obligado a vivir en medio de una realidad muchas veces hostil. Pese a la brevedad de estos trazos, es claro que estos versos sealan una visin de algn modo ms trascendental de los dioses.[15]

Por otra parte, se ha hecho ver con justa razn que estos poderes sobrenaturales que son llamados dioses, poseen un carcter fuertemente antropomrfico. Sabemos hoy que esta caracterstica no es una creacin homrica, sino que tiene hondas races en la literatura del cercano oriente antiguo, en especial la de las regiones hititas y ugarticas. Con excepcin del Egipto, la koin cercano oriente-egea supone muy claramente un panten de dioses antropomrficos, que dialogan e interactan entre s de un modo humano; que aman, se enfadan, y sufren, y que estn relacionados mutuamente como esposos y esposas, padres e hijos; adems, hay una asamblea de dioses, y la montaa de los dioses est en el norte (Burkert, 182).

Teniendo en cuenta estos antecedentes, parece interesante revisar ciertas situaciones relacionadas con los dioses y que coinciden con los temas que nos ocupan. Si bien es verdad que las divinidades de la Odisea cobran caractersticas humanas, en especial en sus relaciones mutuas, no deja de sorprender que al mostrarse a los humanos toman el aspecto de otra persona —no, por decir as, el de su configuracin iconogrfica—, como es el caso de la diosa Atenea en su conversacin con Telmaco (Odisea I 105: eijdomevnh xeivnw/): dejndose ver como extranjero). La formulacin es generalmente la misma: la divinidad se deja ver de un modo elegido por ella, segn las circunstancias. Me pregunto si no habr aqu una situacin ms de fondo relacionada con el mirar; es decir, de cmo vemos a los dioses, que a pesar de actuar como hombres y tomar figuras humanas son, al mismo tiempo, reconocidamente poderes superiores y distantes.

Telmaco no reconoce a la deidad sino en el momento en que sta, como un pjaro se puso a volar hasta perderse de vista (anpaia) (Odisea I 319). Se la reconoce solo al partir; e incluso all su epifana es como la metfora de un ser que se desvanece rpidamente en la altura.[16] La expresin anpaia es un pax en los cantos homricos, y se la interpreta de diversos modos. Vol sin ser vista? O quiz por los aires; o ms especficamente por lo alto del techo? Incluso se ha sugerido la idea de un guila. Pero el hecho ms significativo est, a mi juicio, en los efectos inmediatos que la partida de la diosa produce en el nimo de Telmaco, a saber, una suerte de vigor espiritual para llevar a cabo su empresa; luego, una clara certeza de haber reconocido a una divinidad; y, finalmente, un quedarse atnito en lo ntimo de su ser. Son como efectos sacramentales que deja la presencia divina en el alma de quien la experimenta mediante una revelacin sensible.

Una situacin semejante se presenta en Odisea III, 371 ss. La diosa, que permaneca bajo el aspecto de Mntor, se hace manifiesta cuando parti bajo la forma (eidomne) de un guila. La figuracin bajo el aspecto de guila es aqu esencial para el desenvolvimiento de toda la escena. Se inicia por los ojos (iden oftalmisin), contina con una suerte de desconcierto (thambos) que sobrecoge a todos los aqueos, y culmina en un estado de admiracin (thumdsen), que el texto atribuye especialmente al anciano Nstor.[17]

Queda as configurada la presencia de ciertas temticas en la Odisea, que evidencian un fino desarrollo de la percepcin sensorial, especficamente visual, en momentos de especial significacin de la obra. Muchos de los secretos del arte de Homero, sin embargo, permanecen en su integridad y pureza, como siempre debera ser, en el thymos del poeta, solo insinuados para nosotros; porque, como afirma G. S. Kirk: incluso al final, la ltima palabra debera quedar con Homero mismo.[18]

 

 

 

Bibliografa bsica

 

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Texto publicado en revista Aisthesis 28 (1995) 31 - 42, Instituto de Esttica, Universidad Catlica de Chile, con leves cambios.



*           La expresiu universo moral me fue sugerida por una frase de Malcolm Schofie!d, The heros moral universe, en su articulo Euboulia in the Iliad, en The Classical Quarterly XXXVI N 1 (1986) p. 17. A pesar de haber sido dicha en otro contexto, me parece consonante con los asuntos tratados en este trabajo.

 

[1]  La traduccin utilizada, salvo expresa mencin, es la de L. Segal E.

[2]  A Commentary on Homers Odyssey, vol. I, A. Heubeck., S. West, J B. Hainsworth, Oxford 1990 (1988), p. 11.

[3]  Ibid. p. 12.

[4]  Ibid. p. 12. Es la continuacin de una larga tradicin, como se afirma all, y la superacin de esta, cosa que solo se pudo realizar by using the art of writing. Los griegos haban aprendido y adaptado la escritura fenicia a comienzos del s. VIII a. C.

[5] Los documentos de las tablillas micnicas contienen por lo general inventarios de tipo administrativo y otro tipo de asuntos como impuestos y listas variadas, no obras literarias. Le Linaire B est un systme graphique dont les symboles rpresentent en majorit des syllabes. Aux signes valeur syllabique viennent sadjoindre certaines idogrammes qui reprsentent globalement des mots (lhomme, la femme, le bl, le char, la coupe, le bronze, etc.), dautres symboles reprsentant des units de compte ou de mesure, et enfin des chiffres, F. Chamoux, La civilisation greque, Paris 1983 (nueva edicin) p. 17.

[6] K. Jaspers, Esencia y Formas de lo Trgico (Uber das Tragische) versin castellana, Buenos Aires 1960.

[7] Ibid, p. 23.

[8] Dactlico, es decir, que consiste de un pie bsico de una slaba larga y dos breves; a veces, sin embargo, se substituyen estos dactlicos por espondeos, pies que constan de dos slabas largas; aunque esto suceda con menor frecuencia en el tercer pie y menos an en el quinto.

[9]  Greek epic thought and expresin is typical, generic, stylised, and repetitive, dice J. B. Hainsworth, Homer, Oxford 1979 (1969).

[10] It is generally agreed that the existence of a formula is justified in that it is a metrical and semantic unit allowing the oral poet to express a given idea under given metrical conditions, Margalit Finkelberg, Is klevo a[fqiton a Homeric Formula?, The Classical Quarterly (I) 1986, p. 2.

[11] J. B. Heinsworth, Homer, Oxford 1979 (1969) p. 17.

[12]  Watkins, citado por J. Haudry en Les Indo-europens, Paris 1981, p. 12.

[13] Ya es posible ver en este episodio, en germen, las virtudes que se supone deben adornar a un rey ante su comunidad. Y por supuesto, revela un ideal de hombre. En Euboula in the Iliad, The Classical Quarterly XXXVI 1 (1986) p. 9, Malcolm Schofield afirmaba: Excellence in councel is often coupled with prowess in figting as one of the two chief ways in which a man may outshine his peers.

[14] The romantic tone of the pasaje is scarcely paralleled in Homer, unless in the account of Heras seduction of Zeus in Iliad 14 (esp. 246-51) and in the description of the Elysian Plain at 4. 565-68, A. F. Garvie, Homer Odyssey, Cambridge 1994, p. 92.

[15] A. F. Garvie, op cit. p. 93, se refiere a la pintura idealizada y de la vida feliz de los dioses que hace aqu Homero, y seala la cita que hace [Pseudo] Aristteles de este paso en De Mundo 400a6-14.

[16]  Algo semejante se haba concluido en A Commentary on Homers Odyssey, p. 116: We are surely meant to suppose that he suddenly vanished and Telemachus saw instead a bird flying overhead.

[17] En Odisea XIII, 299 ss, Atenea, que ya estaba conversando con Odiseo bajo otro aspecto, se manifiesta bajo su propio nombre (aunque no parece cambiar de aspecto). En esa circunstancia, a pesar de la aparente familiaridad con que la trata, Odiseo se expresa as: Difcil es, oh diosa! que un mortal, al encontrarse contigo, logre conocerte, aunque fuere muy sabio, porque tomas la figura que te place (XII 312).

[18] G. S. Kirk, Homer and the Oral Tradition, Cambridge 1976, p. 111: Many of the secrets of Homers art remain inviolate, as they should and must. There are techniques and qualities of expression that the critic needs to explore and lay open, if possible, for others; yet in the end the last word should be with Homer himself.