DOCUMENTO DE ESTUDIO

Introducci—n a la Metaf’sica de Arist—teles

Seminario Prof. îscar Vel‡squez

Departamento de Filosof’a

Universidad de Chile

 

 

Preparado y traducido por Oscar Vel‡squez

en conformidad con Aristotle's  Metaphysics

ÔIntroductionÕ, de W. D. Ross

Oxford  1970 (1953)  

 

                                                                                         Clave:

                                                                                                       A=  1        H= 8

                                                    a= 2    Q= 9

                                                    B= 3    I= 10

                                                    G= 4    K= 11

                                                    D= 5    L= 12

                                                    E= 6    M= 13

                                                    Z= 7    N= 14

 

 

INTRODUCCIîN

 

I.   La estructura de la Metaf’sica

 

La estructura de la Metaf’sica presenta evidentemente numerosas dificultades; por eso, los estudiosos han considerado la Metaf’sica como un producto de la combinaci—n de tratados separados, algunos de ellos conteniendo s—lo libros individuales, otros, peque–os grupos de libros. W. Jaeger, ha tratado cada libro (con excepci—n del grupo ZH) como un tratado separado. Hay razones para creer que esto, en un cierto sentido, es verdad, pero hay que determinar el asunto con cuidado.

En cuanto a la relaci—n de los diferentes libros, se hacen valer dos elementos de juicio:

(1)  la conexi—n de pensamiento;

(2)  las referencias expl’citas de un libro en otro.

Dos problemas a distinguir:

a)  el orden en que fueron escritos;

b)  el orden en que fueron expuestos en lecciones.

 

   La Metaf’sica hace referencia a Analitica Posteriora, Physica, De Caelo, De Generatione et Corruptione, Ethica.  Las referencias indican que la Metaf’sica est‡ entre las obras m‡s tard’as de Arist—teles (p. XV). Pero los datos acerca del lenguaje, establecen una afinidad entre la Metaf’sica y no s—lo la Pol’tica (probable obra tard’a) sino tambiŽn la F’sica (probable obra temprana). Se supone que el Libro A formaba la primera parte de las lecciones metaf’sicas de Arist—teles. "It is quite in his manner to begin with an historical inquiry" (p. XV). El Libro B, se refiere a A como a "nuestras observaciones preliminares" (995b5), y A se refiere a B como a algo por venir. B es tambiŽn, por su propia naturaleza, preliminar al tratado principal sobre metaf’sica.

 

 A B G E forman al parecer un todo; y K primera parte ("muy antiguo, y bien puede tratarse de notas de un curso de lecciones de Arist—teles", p. XVIII). Esta obra realiza una continua discusi—n paralela de los temas discutidos en B G E.

 

 "Es evidente que ZHQ forman una obra aceptablemente continua" (p. XVIII). Y es evidente, tambiŽn, "que la referencia de Q a Z como 'nuestra primera discusi—n' presupone que ZHQ es, en un sentido, un tratado distinto de ABGE" (p. XVII). De todos modos, por otra parte, hay una "substancial continuidad" (p. XXI) entre ZHQ y E, en raz—n de que ZH y Q respectivamente discuten los dos sentidos de ser que E afirma son el tema de la metaf’sica, el ser en cuanto que clasificado en las categor’as y el ser en cuanto que potencial-y-actual.

 

 Se ha considerado generalmente que estos dos grupos (como lo hacen Brandis y Bonitz) constituyen un conjunto, y forman "la columna vertebral de la Metaf’sica " (p. XVIII: 'the backbone of the Metaphysics'). W. Jaeger considera que ZHQ no pertenecen a esta 'dorsal'. Luego de discutir los argumentos de Jaeger, se concluye que parece claramente asegurado el orden A B G E Z H Q M N; Aunque Z H Q forman una secci—n en que los problemas presentados en B han quedado un tanto relegados (p. XX).

 

M presenta un curioso fen—meno, a saber, la repetici—n pr‡cticamente palabra por palabra en los cap’tulos 4 y 5 de los argumentos contra la teor’a ideal presentados en A. 991b 9-993a 10; y la aparici—n en caps. 6-9 de una polŽmica contra los nœmeros ideales, que ignoran la polŽmica misma en A.991b 9-993a 10. El Libro I (Iota ) es un tratado m‡s o menos auto-suficiente, que trata acerca de la naturaleza de la unidad y otros conceptos afines. Est‡ conectado con B y algo tambiŽn con Z: "claramente, entonces, pertenece al tratado principal, aunque solo aproximadamente conectado con el resto" (pp. XXII-XXIII); y, adem‡s, "es evidente que viene l—gicamente despuŽs, no antes, de MN" (p. XXIII).

 

"Parece, entonces, que A B G E Z H Q M N I forman una obra m‡s o menos completa. Esta es, sin duda, la Metaf’sica de diez libros que aparece en la lista de las obras de Arist—teles en el Anonymus Menagii. No es, sin embargo, una obra completa" (p.XXIII).

 

En cuanto a los libros restantes, quedan por considerar : a, D, K, L.

De estos, a claramente interrumpe la conexi—n entre A y B. No hace referencia a ningœn otro libro, ni se le alude tampoco en otros (p. XXIV). El t’tulo mismo del libro deja ver su condici—n de tard’o, "probablemente la adici—n m‡s tard’a al corpus de la Metaf’sica, inserto despuŽs que los otros libros ya hab’an sido numerados" (p. XXIV). "Sus palabras finales dejan muy en claro que el discurso era una introducci—n a un curso no de metaf’sica sino de f’sica..." (p. XXV).

 

D est‡ evidentemente fuera del lugar en que se le ha colocado, y es con claridad una obra genuinamente aristotŽlica.

 

ÒK consiste de dos partes muy distintas y presenta dos problemas distintos. 1059a 18-1065a 26 contiene una versi—n abreviada de los contenidos de B G E; 1065a 26-1069a 14 contiene una serie de extractos de F’sica II, III, VÓ (p. XXV). "Tanto el pensamiento y, con una excepci—n, el lenguaje, son completamente aristotŽlicos" (p. XXVI); tal vez notas de un estudiante. Quiz‡s incluso esta primera parte de K es m‡s temprana que BGE.

 

En cuanto a la segunda parte de K, este consiste en extractos tomados casi palabra por palabra de la F’sica; no hay tratamiento independiente de los temas (pp. XXVI-XXVII). "The selection is made with considerable skill, and  gives a fairly clear account of the subjects dealt with." En todo caso, se debe considerar la segunda parte de Kappa como introducida a la Metaf’sica, puesto que va contra los principios de A el suponer que una sola y misma discusi—n sea satisfactoria a la vez para la f’sica y la metaf’sica (p. XXVII).

 

"Hay que considerar a Lambda como un tratado enteramente independiente, con un objetivo principal, que es el de establecer la existencia de un eterno motor inm—vil del mundo (p. XXIX). Lamda no hace referencia a ningœn otro libro de la Metaf’sica, y tiene toda la apariencia de ser una obra separada.

 

El nombre Metaf’sica aparece por primera vez en Nicol‡s de Damasco, en tiempos de Augusto; y se ha supuesto que fue Andr—nico —cuando puso en circulaci—n su gran edici—n de las obras de Arist—teles, c. el 60 a. C.— el que anex— este tŽrmino al conjunto (p. XXXII).

 

II   S—crates, Plat—n, y los Platonistas.

 

ÒLas referencias a S—crates en la Metaf’sica muestran que Arist—teles sostuvo que Plat—n separ— las ideas, y que S—crates no lo hizo" (p. XLII). En cuanto al origen de las opiniones de Plat—n, Arist—teles pens— que la filosof’a de Plat—n, en la mayor’a de los casos, sigui—, esto es, se asemej— (cf. nota a A. 987a 30) a los pitag—ricos; pero sus opiniones se vieron modificadas por otras dos influencias:

I. Cr‡tilo (puntos de vista heracliteanos) con la consecuente convicci—n de que, como las cosas est‡n siempre en perpetuo flujo, ellas no pueden ser objeto del conocimiento.

 

II. S—crates, y sus esfuerzos por encontrar definiciones generales de tŽrminos Žticos. Hay tres aspectos un tanto sorprendentes: (1) el reconocimiento de que la doctrina de Plat—n es esencialmente af’n al pitagorismo; (2) la referencia a una primera asociaci—n con Cr‡tilo; (3) la ausencia de referencias a la influencia del eleatismo (p. XLV).

 

(1) Con respecto a este punto, debe recordarse que Arist—teles tiene en mente la totalidad del cuerpo de ense–anza del Plat—n, incluyendo la doctrina de los nœmeros ideales, que no se encuentra en los di‡logos, y, por consiguiente, no entra en nuestra concepci—n usual de su filosof’a. En cuanto a esto œltimo se afirma que "this whole side of Platonism is plainly a development from Pythagoreanism" (p. XLV). Incluso la teor’a ideal tiene mucha semejanza con el Pitagorismo. ÒArist—teles manifiesta la relaci—n entre las dos escuelas en forma m‡s precisa (987b 9) diciendo que, mientras los pitag—ricos sostuvieron que las cosas sensibles existen por imitaci—n de nœmeros, Plat—n sostuvo que ellas existen por participaci—n en FormasÓ.

Cf. L. Robin : ThŽorie Platonicienne des IdŽes et des Nombres (p.L).

Arist—teles ve en methexis el modo caracter’sticamente plat—nico de establecer la relaci—n, y piensa que ello difiere solo verbalmente del modo pitag—rico de establecer la relaci—n entre los nœmeros y las cosas sensibles, a saber, como m’mesis (cf. A. 987b 10; p. LI).

 

Ideas nœmeros: cf. Fed.  101c 5.

Los nœmeros ideales y las magnitudes ideal y espacial.

Los nœmeros ideales son simplemente los nœmeros naturales: la universal dosidad, tresidad, etc., de los que todos los grupos con dos, tres miembros, etc., son los ejemplos particulares. De su naturaleza ideal se desprende que son espec’ficamente distintos e incomparables, esto es, no tienen capacidad de ser fraccionados unos con otros. La dosedad no es la mitad de la cuatridad. Ni un nœmero natural es un agregado de unidades. Ahora bien, la respuesta de los platonistas a esto habr’a sido que en los nœmeros ideales no hay unidades. No es seguro que Plat—n haya sostenido estos puntos de vista; tambiŽn pueden ser plat—nicos (pp. LI-LII).

 

ta; metaxuv. ÒEs la doctina de que los nœmeros matem‡ticos y los otros objetos de las matem‡ticas forman un orden de entidades intermedias entre las Ideas y los objetos sensibles" (p. LIII). Por otra parte, Arist—teles adscribe esta doctrina expresamente a Plat—n, y nos explica claramente cu‡les son los fundamentos de ellaÓ (p. LIII; cf. A. 987b 14, y nota ad loc.; cf. tambiŽn 987b 16; B. 1002b 14). "The objects of mathematics could not be sensible particulars because they were eternal and unchangeable; they could not be Ideas because there were many alike, while each Idea is unique" (p. LIII).

 

La propia concepci—n de Arist—teles de los objetos de las matem‡ticas, o m‡s bien de la geometr’a: les asigna una posici—n intermedia, "aunque no una clase de entidades separadas entre otras dos clases de entidades separadas" (p. LIV). Los objetos de la geometr’a son cosas sensibles consideradas en abstracci—n de sus cualidades sensibles; "thus the object of geometry is intermediate between the fully concrete sensible thing and the final result of abstraction, the pure form" (ibid.). En otro sentido, la 'separaci—n' de los objetos matem‡ticos (ta; maqhmatikav difieren de ta; aijsqhtav): como lo abstracto difiere de lo concreto. "Haz la abstracci—n de la broncineidad desde la pelota de bronce, dice, y encontrar‡s una esfera matem‡tica. Pero lo que encontrar‡s de hecho, es una muy imperfecta aproximaci—n a una esfera" (p. LV).

 

Plat—n difiere de esta concepci—n: Òta; maqhmatikav no son, como Arist—teles sostiene que son, cualidades presentes en las cosas sensibles; ellos son figuras perfectas tales como los s—lidos regulares, de los que las cosas sensibles son solo aproximaciones. En este sentido, la separaci—n de ta; maqhmatikav es como la separaci—n de las Ideas. Porque ellos no son, tampoco, como Arist—teles da a entender que son, cualidades presentes de manera igual y completa en cada particular; ellos son como la belleza ideal y la justicia ideal, que trasciende todos los objetos admirados como bellos y todos los actos que pasan por justos. En este respecto ellos son diferentes de los universales de Arist—telesÓ (p. LV).

 

En cuanto a los objetos de la geometr’a entra a jugar otra consideraci—n. Las 'esferas' y 'c’rculos' de la vida corriente no son en absoluto esferas y c’rculos, y no es por ellos que son verdaderas las proposiciones geomŽtricas. ÒTales proposiciones son verdaderas de las figuras geomŽtricas perfectas que el pensamiento reconoce como existiendo en el espacio, aunque sus l’mites no coinciden con aquellos de ninguna figura sensible. Son estas figuras perfectas las que, con los 'nœmeros matem‡ticos', son los intermediarios de Plat—n" (LVI).

Hay tres puntos de vista, segœn Arist—teles, acerca de ta; maqhmatikav (distintos del suyo):

(a) de Plat—n: que ellos son separados de las cosas sensibles: kecwrismevna tw`n aijsqhtw`n (B. 997b 12-998a 6, M. 1076a 34);

(b) de los pitag—ricos: que ellos est‡n en las cosas sensibles y las constituyen, siendo las cosas sensibles un agregado de planos, y en œltimo tŽrmino, de nœmeros;

(c) una posici—n intermedia, que ellos est‡n en las cosas sensibles (ejn toi`" aijsqhtoi`") como entidades separadas, aunque ocupando el mismo espacio que las aisthet‡ , es decir, las cosas sensibles.

 

La derivaci—n de los Nœmeros Ideales desde sus primeros principios.

ÒUna fase posterior del desarrollo de la teor’a plat—nica fue la derivaci—n de los nœmeros ideales a partir de un principio formal, el Uno, y un principio material que es nombrado de diversas maneras. La descripci—n del principio como 'lo grande y lo peque–o' es expresamente adscrito a Plat—n en A. 987b 20, 25, 988a 8-14, 26, Phys.  187a 17, 203a 15, 209b 33Ó (p. LVII). Simplicio est‡ probablemente en lo cierto cuando afirma que Plat—n llam— a este material receptivo como lo grande y lo peque–o en sus lecciones no escritas acerca del Bien. El 'm‡s-y-menos' de Filebo  24A es una forma m‡s temprana de la frase.

 

ÒLa descripci—n del principio material como d’ada es atribuida a Plat—n en A 987b 25, 33 988a 8-14. Este principio es, posteriormente, en forma frecuente mencionado como 'lo desigual'o 'la desigualdad', y la asociaci—n de esta frase con 'lo grande y lo peque–o' indica que fue tambiŽn usado por el mismo Plat—nÓ (p. LVII). TambiŽn se habla de este principio material como 'la d’ada indefinida'.

Al parecer, para Plat—n la caracter’stica fundamental fue el de ser Ôgrande y peque–oÕ; y que 'd’ada' parece haber sido simplemente un modo conveniente de referirse a este doble car‡cter del principio material.

 

La identificaci—n de las Ideas con los nœmeros.

Se trata probablemente de la ultima fase del desarrollo de la teor’a ideal de Plat—n; un desarrollo mucho menos leg’timo de la teor’a, tal como la conocemos de los di‡logos. "Aristotle implies quite definitely that Plato held all the Ideas to be numbers" (p. LXVII).

ÒLas Ideas son nœmerosÓ: la afirmaci—n de Arist—teles que segœn Plat—n las Ideas son nœmeros (y no que Òlos nœmeros son IdeasÓ), indica que, para Plat—n los nœmeros no eran meros s’mbolos de las Ideas (como pensaba Zeller), Òsino m‡s bien el œltimo producto del proceso abstractivo  que originariamente lo hab’a conducido desde lo sensible hasta las IdeasÓ (p. LXVIII).

 

Un pasaje del Filebo, que tal vez muestra el ÒamanecerÓ de la tendencia que llev— a Plat—n a identificar las Ideas con los nœmeros. Al explicar peras, dice que el entiende por ello 'primero lo igual y la igualdad, luego el doble y cada proporci—n de nœmero a nœmero o de medida a medida'. Y posteriormente (25A), define 'la familia del l’mite' como 'la familia de lo igual y del doble, y todo lo que termina con la disensi—n de los contrarios, y mediante la introducci—n del nœmero los hace simŽtricos y armoniosos'. "This is a remarkable identification of the principle of definiteness with number" (p. LXIX). La tendencia de sus œltimos di‡logos nos hace suponer que Žl admiti— peras y apeir’a tanto en el mundo ideal como el sensible. Arist—teles afirma que los principios de las Ideas-nœmeros fueron considerados los principios de todas las cosas (988a 10, cf. b 4). Luego, dice, Òque mientras el principio material tanto de las Idea-nœmeros como de las cosas sensibles es lo grande y lo peque–o, el principio formal de las Idea-nœmeros es el Uno, y el principio formal de las cosas sensibles son las Ideas (i. e. las Idea-nœmeros).

 

Probablemente, entonces, 'l’mite' fue usado por Plat—n para significar el elemento formal tanto en las Ideas como en las cosas sensibles: "Las Ideas son el principio de delimitaci—n en las cosas sensibles;" y en el Filebo Plat—n ha llegado a decir que el l’mite debe ser numŽrico, y esto es lo que lo califica para ser un principio formal; no se est‡ lejos de decir que las Ideas son nœmeros. Ya en el Filebo las hab’a llamado hŽnadas y m—nadas.

 

As’,

principio material de:     Ideas-nœmeros

lo grande y lo peque–o (la d’ada)

cosas sensibles

principio formal de: Ideas-nœmeros     lo Uno          

principio formal de: las cosas sensibles           las Ideas (-nœmeros)

 

 

III. La doctrina metaf’sica de Arist—teles.

 

Tres caracter’sticas principales de su mŽtodo:

(1) comienza, como en varias de sus otras obras, con una historia del pensamiento anterior, en que muestra c—mo las cuatro causas fueron sucesivamente reconocidas;

(2) su mŽtodo es aporem‡tico: una clara visi—n de las dificultades y los pro y contra de cada cuesti—n principal. La totalidad el libro B sigue este mŽtodo, sin intenci—n de obtener un resultado dogm‡tico; tambiŽn en el Libro Z: "La Metaf’sica en su conjunto no expresa un sistema dogm‡tico sino la aventura de una mente en la bœsqueda de la verdad" (p. LXXVII);

(3) generalmente no es el argumento silog’stico de premisas conocidas a conclusiones; Òel procedimiento propio, entonces, no es intentar probar sino recomendar, mostrando las consecuencias parad—jicas que se seguir’an de su negativa". En general, en la Metaf’sica no se avanza de premisas a conclusiones sino desde pareceres del sentido comœn y distinciones, a alguna verdad m‡s precisa, de la que estos son expresiones inexactas; y se confirma tal verdad se–alando las consecuencias de su negativa.

 

El tema de la metaf’sica es expuesto por Arist—teles de diferentes maneras en diversos lugares. En el Libro A: se dice que sofiva es el estudio de 'los primeros principios y causas' (982b 9). ÒEsta formulaci—n reaparece en G, y se a–ade que esas causas deben se causas de algo con respecto a su naturaleza propia y que eso no puede ser otra cosa que to; o[n mismo: "Metaphysics, then,  studies the causes which determine the nature not of this or that department of reality, but of reality as a whole" (p. LXXVII). Estas son las cuatro causas, estudiadas en el Libro A: materia, forma, causa eficiente, causa final.

 

A las causas de lo real, G agrega otro tema: son los atributos esenciales de lo real; es decir, relaciones como igualdad, contrariedad, alteridad, gŽnero y especie, todo y parte, y atributos como, perfecci—n y unidad (1004b 1-8, 1005a 11-18). TambiŽn en Libro I. El tema es igualmente formulado en E; pero hay tambiŽn una formulaci—n diferente. Tres ramas del conocimiento: pr‡ctica, productiva y teorŽtica; y la teorŽtica o desinteresada, se subdivide en: (1) f’sica: objetos que existen separadamente, pero que no est‡n libres de movimiento; (2) matem‡tica: objetos libres de movimiento pero que no existen separadamente —aunque incrustados en la materia; (3) y si hay objetos que son no solo libres de movimiento sino tambiŽn tienen una existencia separada, estos objetos son el tema de una tercera ciencia, superior a las otras dos. ÒThis science is 'theology'Ó (p. LXXVIII). Si hay una entidad libre del cambio y que existe adem‡s separadamente, i.e. una forma pura. La metaf’sica: es sofiva y prwvth filosofiva; tambiŽn qeologikhv (si el tema no es el ente en cuanto ente, sino un tipo particular de ente). Este tema m‡s restrictivo reaparece en el Libro L: "el tema all’ est‡ restringido a la substancia como la 'primera parte' del universo" (p. LXXIX).

Son substancias, segœn Lambda : (1) la sensible eterna (los cuerpos celestes); (2) la perecible sensible; y (3) la no-sensible. Las dos primeras son m‡s propias de la F’sica; Dios y las inteligencias que mueven las esferas celestes, de la metaf’sica.

 

El sentido de sumbebhkov"; ÒincidentalÓ, ÒcoincidenteÓ. ÒEl objeto de la ciencia, segœn Arist—teles, es el mostrar, hasta donde sea posible, los atributos de las cosas como procediendo necesariamente de la esencia de estas, en cuanto son expresadas en la definici—n" (p. LXXX). "La metaf’sica no estudia esas conexiones de sujeto y atributo en  que el atributo no fluye de la naturaleza del sujeto sino que es incidental o accidental a ŽlÓ (ibid.).

 

Las categor’as. Son dif’ciles de entender, por falta de m‡s informaci—n en cuanto al verdadero objetivo de estas por parte de Arist—teles, y por nuestra ignorancia acerca de las fechas de las obras en las que se presentan variados aspectos de ella. Es conveniente establecer un cierto orden cronol—gico de las obras atingentes; este ser’a: Categor’as, T—picos, Refutaciones Sof’sticas, Anal’ticos, Metaf’sica D, Tratados F’sicos, ƒtica, y el resto de la Metaf’sica.

 En las Categor’as la doctrina es introducida como una clasificaci—n de los sentidos de ta; kata; mhdemivan sumplokh;n legovmena <Ôlas cosas dichas sin combinaci—nÕ> i. e., de expresiones tales como 'hombre', 'buey', 'corre', 'gana', en oposici—n a 'el hombre corre', 'el hombre gana', que son kata; sumplokh;n legovmena <expresiones que implican combinaci—n>. ÒIn other words it is a classification of the meanings of words and phrases in opposition to sentences or judgementsÓ (p. LXXXII). Un interŽs l—gico, no gramatical. El uso normal de kathgorei`n es "predicar"; de aqu’ que kathgoriva indica o 'predicaci—n', o 'predicado': Òpero la clasificaci—n en las Categor’as no es una clasificaci—n de predicadosÓ (p. LXXXIII). Esto es indicado por dos datos: (1) incluye los sujetos de proposiciones no menos que los predicados; (2) se divide la primera categor’a —substancia— en dos partes, y el sentido m‡s propio, es aquello que no es ni declarado de un sujeto ni presente en un sujeto, e. g. un hombre o un caballo individual. ÒAnd this view, that individual substances form the primary subdivision of the first category, is steadily maintained by Aristotle in other WorksÓ (p. LXXXIII).

ÒAunque los primeros miembros de la categor’a de substancia no son predicados sino sujetos, la 'substancia' misma es un predicadoÓ (p. LXXXIV).

ÀQuŽ es esta cosa?  un hombre;

ÀQuŽ es un hombre? un animal;

ÀQuŽ es un animal? una substancia.

"'Substancia' es el œltimo predicado al que llegamos si proseguimos en esa l’nea de investigaci—n, y los nombres de las otras categor’as son obtenidos por l’neas paralelas de investigaci—n" (p. LXXXIV) As’, Òthe categories are simply the predicates par excellence"Ó. Una substancia individual es categor’a en el sentido que 'substancia' es el tŽrmino superior m‡s amplio que puede ser predicado de ellos esencialmente; son los tipos o clases m‡s altos bajo los cuales caen todos los predicados; los m‡s altos predicados bajo alguno de los cuales cae todo lo que es.

 

Hay otro modo de referencia, comœn en las obras tard’as, en especial en la Metaf’sica: 'el ser se dice de varias maneras...' :  pollacw`" levgetai to; o[n, posacw`" to; o[n shmaivnei, oi\" o{ristai to; o[n. Ser significa una cosa para la substancia, otra para una cualidad, una cantidad, etc. Parece una fase tard’a de la teor’a. "'Being has a different meaning corresponding to each of these kinds of predicate'" (p. LXXXV).

(1)  substancias individuales;

(2)  las especies y los gŽneros a los que ellas pertenecen.

'Hombre' no es el nombre de una cualidad singular sino de todo un grupo de cualidades interconectadas, que conforman la parte m‡s importante de la naturaleza de quien las posee. Arist—teles reconoce tambiŽn al interior de las otras categor’as algo similar a la divisi—n de primario y secundario establecida en la primera. La categor’as son una clasificaci—n de las cosas que son, aunque son tambiŽn una clasificaci—n de los sentidos de 'ser'.

Confusiones acerca del sentido de la palabra 'es' (Maier, p. LXXXVIII):

(1) la confusi—n entre el 'es' que implica identidad y el 'es' de la predicaci—n accidental;

ÒCorisco es un hombre,

Corisco es diferente de hombre,

por consiguiente, Corisco es diferente de s’ mismo.Ó

 

(2)  la confusi—n entre el 'ser' existencial y el 'ser' copulativo,

o entre 'ser simplemente' y 'ser algo en particular'

Òesta cosa que es no es hombre

por consiguiente, esto que es, no es.Ó

(3)  una confusi—n de Òser inherenteÓ y Òser subsistenteÓ (terminolog’a de Maier), de la que se acusa a ParmŽnides. Porque ser el color blanco y estar coloreado de blanco son cosas diferentes, sin tener que suponer ninguna cosa separada de aquello que es blanco; Òel punto no est‡ en la separaci—n sino en la diferencia entre ser blanco y ser aquello a lo cual compete lo blancoÓ (F’s. 186a 25-31). Porque ente es predicable de todo lo que es, ParmŽnides hab’a concluido que la naturaleza de todo lo que es era ser ente. ÒTo some extent Plato cleared up these difficulties by his doctrine of the 'intercommunication of Forms'.  This was a recognition of the fact that to predicate is not to identify. But Aristotle is not satisfied with Plato's solutionÓ (p. XC; cf. Sof. 251, 253C-259D). Y de aqu’ tal vez surgen las categor’as; aunque hubiera bastado algo mucho menos elaborado.

 

La substancia, el tema principal de la Metaf’sica .

 

La substancia es anterior al resto de las categor’as:

(1) porque puede existir aparte, mientras ellas no pueden. ÀC—mo A puede existir sin B pero B no puede existir sin A? No es ese el caso. La cualidad, indudablemente, no puede existir sin la substancia; pero la substancia tampoco puede existir sin cualidad. ÒParece, por consiguiente, que Arist—teles debe haber querido se–alar no que la substancia puede existir sin las otras categor’as, sino que ella puede existir aparte, mientras que aquŽllas no pueden. La substancia es la cosa en su conjunto, incluyendo las cualidades, relaciones, etc., que forman su esencia; y esto puede existir aparte. Presupone cualidades, pero estas no son algo exterior a ella, ni algo que esta necesite adem‡s de s’ misma. Una cualidad, por otra parte, si ha de existir, necesita la complementaci—n de una substanciaÓ (p. XCI). Esta substancia es una cosa individual.

Las dŽuterai ous’ai ('substancias segundas'), por ser universales, no pueden existir aparte, pero deben ser complementadas por las cualidades de sus miembros individuales.

(2) La substancia es anterior en la definici—n. Cuando se define el miembro de cualquier otra categor’a, se debe incluir la definici—n de la substancia que sirve de base.

(3)  La substancia es anterior por el conocimiento. Conocemos mejor una cosa cuando sabemos quŽ es. En este caso es claro que se piensa la substancia no como la cosa concreta sino como la naturaleza esencial (una ambigŸedad que est‡ presente en todo el tratamiento de la substancia en Arist—teles).

 

El sentido primero de la substancia es: 'aquello que no es ni afirmado de un sujeto ni est‡ presente en un sujeto' (Cat. 2a 12). Arist—teles no solo insiste en la diferencia entre las cosas individuales y sus cualidades y relaciones;

tambiŽn trata de encontrar el elemento substancial en las substancias individuales.

(1) las substancias m‡s evidentes son cuerpos, i. e., animales, plantas, los cuatro elementos, y las partes y compuestos de estos; (2) los pitag—ricos: los l’mites del cuerpo, como planos, l’neas, puntos, son incluso m‡s substanciales que los cuerpos; (3) para Plat—n, las Formas y los objetos matem‡ticos son un tipo de substancia distinto de los cuerpos. El parecer de Arist—teles acerca de la substancia corporal se encuentra especialmente en Z H; sus opiniones acerca  de las substancias incorporales pensadas por los pitag—ricos, Plat—n y los plat—nicos est‡n presentadas  especialmente en M N. ÒEn L expone su doctrina con respecto a las œnicas substancias incorp—reas en la que Žl mismo cre’aÓ (p. XCIII).

 

El substrato .

 

"Arist—teles luego nombra <Z. 3> los cuatro principales pretendientes al t’tulo de substancia, i. e., no de la substancia individual sino del elemento substancial en las cosas individuales: esencia (to; tiv h\n ei\nai), el universal, el gŽnero, el substrato. El œltimo tiene prima facie , como se ha visto, los derechos m‡s poderososÓ (p. XCIII).

 

el substrato:

(1)  la materia, (2) la forma sensible, o (3) el compuesto formado por la uni—n de los dos. ÒBut bare matter is evidently not substance; it has neither the capacity for separate existence, nor the individuality, the 'thisness', which are held to be primary characteristics of substanceÓ (ibid.). La materia no puede existir separadamente.

ÒLa materia prima es solo un producto del an‡lisis l—gico en el que se divide una cosa dada en forma y aquello que no es forma. Adem‡s, la materia prima no es individual; lo que es individual debe tener algœn car‡cter, y la materia prima no lo tieneÓ (p. XCIV).

 

La esencia .

La forma es concebida por Arist—teles como una variedad del substrato; pero luego deja la noci—n de substrato y pasa a discutir la de esencia (Z. 4), que no es idŽntica con  la forma que era una variedad del substrato. "That was to; sch`ma th`" ijdeva", the sensible shape; this is the inner nature , what makes a thing what it is, and is unfolded in definition" (p. XCIV). La esencia de una cosa es lo que se dice que aquella cosa es propter se. Por tanto: (1) Se excluyen los accidentes. Esto parece un poco arbitrario; pero Žl pretende distinguir al individuo de sus atributos pasajeros. (2) Se excluyen los atributos que son en cierto sentido propter se, es decir, propria.

 

Hay dos sentidos:

a) A pertenece a B propter se, en un sentido, si A es incluido en la esencia y definici—n de B (la l’nea es proter se al tri‡ngulo, el punto a la l’nea);

b)  si A est‡ presente en B y si B est‡ incluido en la definici—n de A (la rectitud y la curvatura son propter se a la l’nea, el par e impar, al nœmero).

(3)  ÒUna definici—n, que es la acci—n de declarar la esencia de una cosa, no debe hacer menci—n de la cosa mismaÓ (p. XCV).

(4)  Luego se pregunta Arist—teles si un tŽrmino que es un compuesto de substancia + algo en otra categor’a, e. g., hombre blanco, tiene una esencia. DespuŽs de evitar posibles errores Àpodr’a la explicaci—n de hombre blanco llegar a ser una esencia? "No, porque una esencia es 'precisamente lo que una cosa individual es' (o{per tiv  o o{per tovde tiv), y hombre blanco no 'es precisamente lo que una cosa individual es'; no se–ala la naturaleza permanente y fundamental de ninguna cosa, sino la uni—n de un tŽrmino que s’ indica tal naturaleza junto con un concomitante accidentalÓ (p. XCV-XCVI).

ÒOf all terms only those which stand for species can be definedÓ (ibid.). Las especies poseen la conexi—n necesaria entre sus elementos, mientras que el gŽnero no participa en la diferencia: Òel gŽnero no tiene una diferencia aparte de las diferencias, ni las diferencias una existencia aparte del gŽneroÓ (ibid.).

 

(5) la posibilidad de definir tŽrminos pareados, como "nato", "nariz –ata": una cualidad particular en un sujeto-materia particular. Hay aqu’ una conexi—n esencial entre los elementos: lo que es –ato debe ser una nariz, lo que es mucho debe ser un animal. C—mo los atributos pueden estar conectados con sujetos genŽricos. La diferencia entre macho y hembra viene de la materia, no de la forma. TŽrminos como –ato o macho no ser’an definibles porque cualquier definici—n implicar’a 'adici—n', i. e. la definici—n de X como 'Y que es X'. ÒEsto es debido a la ’ntima conexi—n de los elementos en el tŽrmino pareadoÓ (p. XCVIII). ÒOnly substance can be definedÓ. Y una especie puede ser definida, porque es de la naturaleza de una especie el que los elementos gŽnero y diferencia est‡n de tal manera unidos, que uno no es en absoluto otro (a[llo) para con el otro, y la definici—n no es, por consiguiente, por adici—n  (ejk prosqevsew" (Z. 12, H. 6).

 

TŽrminos como kaq jauJta; son son idŽnticos con su esencia (Z. 6); ello es presupuesto (a) por la naturaleza del conocimiento, puesto que conocer algo es obviamente conocer cu‡l es el ser de aquello y, (b) por el hecho de que si no fuera as’, no existir’a esencia. (c) La identidad de una cosa con su esencia se muestra por el retroceso infinito presupuesto en su negaci—n. Si la esencia de A es diferente de A, la esencia de la esencia de A es diferente de la esencia de A, y as’ sucesivamente.

 

ÒThe reasoning of the chapter is weak, and to an unusual degree verbal and dialecticalÓ (p. XCIX). Pero la doctrina subyacente al tema es importante. (1) Hay un tipo de  prw`ta kai; kaq jauJta; legovmena, entidades primarias y auto-dependientes, como, p. e., el alma; ellas se–alan ciertas naturalezas, y no pueden ser distinguidas del 'lo que es el ser' de esas naturalezas. Son pura forma, no compuestos de forma y materia. (2) Hay un tipo de kata; sumbebhko;" legovmena, de los que Ôhombre blancoÕ es un ejemplo. Son conjuntos casuales de elementos mutuamente independientes. (3) Hay expresiones ambiguas como  to; leukovn, que, si significan la cualidad en cuesti—n (e. g. blancura), son kaq jauJtav e idŽnticas con sus esencias, pero si ellas significan la cosa que tiene esa cualidad, en cuanto se la considera teniŽndola, son kata; sumbebhkov" y no son idŽnticas con sus esencias.

 

Un conjunto de complicadas entidades, despuŽs de una digresi—n en caps. 10 y 11 del Libro Dseda :

(1)  hay la forma pura, e. g., el c’rculo, el alma, que son idŽnticas con sus esencias (1036a 1); i. e. la pura forma de la circularidad o de la vitalidad. (2) El inteligible individual (1036a 3), la uni—n de la forma con una materia particular inteligible, i. e., con una extensi—n particular; e. g., el c’rculo geomŽtrico individual. (3) El universal materializado (ÒmateriateÓ?), la uni—n de 'esta forma' con 'esta materia tomada como universal'; e. g. 'hombre', la uni—n del alma con un tipo particular de materia sensible (1035b 27-30). (4)  El individual sensible, la uni—n de la forma con una parcela particular de materia sensible.; e. g. S—crates o un particular c’rculo de bronce (1036a 3-5, 1035b 30). ÒThe recognition of the intelligible individual and that of the materiate universal are important innovations; hitherto the only suvnolon <substancia completa > thought of has been, apparently, the sensible individualÓ (p. C). De estos cuatro tipos de entidad, solo el primero y el œltimo poseen un derecho a reclamar substancialidad.

 

ÒLa forma pura es para Arist—teles la substancia, pero pocas de las cosas que prima facie son formas puras resultan ser realmente puras de materia. ÒEl c’rculo, en general, que aqu’ Žl identifica con la esencia de circularidad, presupone efectivamente materia inteligible. ÔEl almaÕ, que Žl identifica con la esencia de alma es, sin embargo, la 'esencia de un tipo particular de cuerpo' (1035b 14-16), y no puede existir aparte de tal cuerpo. A la larga, Dios, las inteligencias que mueven las esferas, y la raz—n humana (o m‡s bien, el elemento 'activo' en ella) son las œnicas formas puras que Arist—teles reconoceÓ (p. CI).

 

Queda la dificultad de que lo verdaderamente real debe ser cognoscible, mientras que lo individual es, a primera vista, no completamente cognoscible (Z. 15). Est‡ tambiŽn la dificultad que surge de la presencia de la materia o la potencialidad en el individuo, y su consiguiente sujeci—n al cambio y la destrucci—n. ÒLa tendencia general de ZHQ es el apartar a Arist—teles de su doctrina primitiva de que el individual sensible es 'substancia primera', para llevarlo a una que identifica la substancia primera con la forma pura, y solo con ella" (p. CI).

 

En cuanto a la expresi—n 'materia inteligible' (u{lh nohthv): la materia no es inteligible (1036a 8); Ò'intelligible matter' is a shorthand phrase for the material, pluralizing element in the intelligible, as u{lh gennhthv is not generable but is the material element in generable thingsÓ (p. CII). Es el m’nimum de materia que puede tener una cosa, y existe tanto en cosas sensibles como en inteligibles individuales (Z. 1036a 11). ÒEs ella la que pluraliza la forma pura de circularidad en los muchos c’rculos geomŽtricosÓ (p. CII). Encima de ella est‡ superimpuesta, en las cosas sensibles, (2) la materia sensible; Òpero ella no es de una sola piezaÓ. La forma m’nima de esta es la (a) u{lh topikhv, la materia que hace a las cosas capaces de movimiento local; Òlos cuerpos celestes lo tienen, sin poseer ninguno de los otros tipos de materia sensibleÓ (ibid., H. 1044b 7, Q. 1050b 21, Phys. 260a 28). Sobre esta, en las otras cosas sensibles no estelares, se superimpone (b) la materia o potencialidad para el cambio cualitativo, el que presupone (a) (cf. Phys. 260b 4); (c) la materia o potencialidad para acrecentamiento y disminuci—n, la que presupone (b) (cf. Phys. 260a 29) y por consiguiente (a); y (d)  u{lh genneth; kai; fqarthv, la materia o potencialidad para la generaci—n y la destrucci—n, la que presupone (a), (b), (c)) (cf. H. 1042b 3). ÒEsta es la u{lh mavlista kai; kurivw" (De Gen. et Corr. 320a 2). (b), (c) y (d), aunque tienen un orden de prioridad l—gica, no se dan separadamente, sino que est‡n todas presentes en todas las cosas sensibles terrestresÓ (p. CII).

 

La extensi—n es, tanto para Arist—teles como para Plat—n, presupuesta en las cosas sensibles, pero no es el material de lo que est‡n hechas. Pero aunque se distingue el espacio de la materia, no hay espacio sin materia; "there is not actual void" (p. CIII; cf. Phys. iv. 6-9). Se sigue de aqu’ que los individuos inteligibles no existen aparte de las cosas sensibles.

 

La definici—n.  En el caso de una forma pura, se deber’a tener en cuenta solo la forma pura. ÒEl individuo  ("the individual"), ya sea sensible o inteligible, no puede ser definido, pero es aprehendido con la ayuda de la percepci—n directa o la intelecci—nÓ (ibid.; Z. 1036a 2-6). ÒOnly the parts of the form are parts of the definitionÓ (1035b 33). La definici—n de un suvnolon no hace referencia a la materia, porque ella es indefinida; Òla definici—n de hombre es la definici—n del almaÓ (p. CIV; 1037a 24-29.

 

Por otra parte, la definici—n siempre menciona un gŽnero y una o m‡s diferencias; Àen quŽ consiste, entonces, la unidad de la substancia definida? (cf. Z. 12, H. 6). ÀNo se divide en dos o m‡s elementos relacionados externamente? Su respuesta. (1)  Que el gŽnero no tiene existencia aparte de su especie; su relaci—n es an‡loga a la de la materia a la forma; es una potencialidad que solo cobra realidad en ellas. El gŽnero, por tanto, no ofrece dificultad a la unidad de la definici—n. ÒLa definici—n puede as’ ser considerada como si ella consistiera enteramente de diferencias. Ahora bien, (2) cada diferencia deber’a ser una  diferenciaci—n de la anterior. Si tomamos 'pedestre' como la primera diferencia de hombre, la pr—xima a mencionar deber’a ser una que presupone la peatonidad  y es una diferenciaci—n de ella; no 'alado' sino 'de pies separados'. As’, la œltima diferencia presupone todas las otras y es efectivamente la esencia y definici—n de hombre.Ó (p. CV). Arist—teles aqu’ parece querer escapar una dificultad metaf’sica. Otra cosa es en los Anal’ticos Posteriores  (96a 32).

 

Arist—teles termina su discusi—n sobre la esencia, pero no trata la pregunta original de si la esencia es substancia. ÒPerhaps the most valuable result is the growing sense of complexity of the problemÓ. En esas circunstancias, se prepara el camino para el reconocimiento, en Eta, de la estrech’sima relaci—n entre materia y forma. La cuesti—n de la unidad de la definici—n es resumida en H, 6. La verdad del asunto es que la materia pr—xima y la forma son la misma cosa, como que una es potencialidad y la otra es actualidad. ÒSi usted considera una materia prima y una forma altamente especializada, usted se puede preguntar cu‡ndo van a ser realmente reunidas; pero haga un reconocimiento de las etapas en la preparaci—n o formaci—n de la materia (Cf. 1044a 15-20), y usted ver‡ que la materia est‡ en cada etapa estremeciŽndose al borde de su pr—xima actualizaci—n; y solo necesita la mano del artesano, o de la naturaleza, maestra y art’fice, para permitirle el paso. Y de modo similar, entre el gŽnero y su diferencia primera, entre la diferencia primera y la segunda, etcŽtera, no hay l’nea divisoria. El gŽnero existe solo como caracterizado por una u otra de las primeras diferencias alternativas, cada una de estas solo como cualificadas por una u otra de las diferencias alternativas en la siguiente etapa, y as’ sucesivamente hasta llegar a la œltima diferencia, que constituye la infima species. Preguntar c—mo la materia y la forma son una, es como preguntar por la causa de la unidad en generalÓ (1045b 16-23; p. CVI-CVII).

 

El universal. Arist—teles niega enf‡ticamente que el universal pueda ser substancia de algo (Z. 13). ÒLa substancia de algo es la substancia peculiar a aquello, pero el universal es comœn. No puede, por consiguiente, ser la substancia ni de todos sus particulares ni de alguno de ellos, puesto que no es peculiar a ninguno.Ó

 (2) ÒLa substancia es lo que no es afirmado de un sujeto, pero el universal es afirmado  de un sujeto; ni puede ser un elemento en la esencia. El hacer de Žl un elemento en la naturaleza de sus particulares es (a) hacer de Žl la esencia de la clase a la cual pertenecen los particulares; es (b) suponer que la substancia individual consiste en elementos que no son individuales ni substancias sino cualidades y, as’, hacer que la cualidad sea anterior a la substancia; es (c) hacer del gŽnero la substancia no solo de las especies, sino de cada individuo en Žl y, as’, no peculiar a aquello de lo que se sostiene que es substancia. En general, si infimae species como la de hombre son substancia, ningœn simple elemento en la definici—n de estas es substancia. Afirmar de otro modo es caer en la dificultad del 'tercer hombre', o el retroceso infinito, y hacer que la substancia consista de substancias efectivamente existentes, mientras que lo que  efectivamente es, no puede ser efectivamente dosÓ (p. CVII).

 

Pero hay una dificultad. Si una substancia no puede consistir de universales ni de substancias efectivas o reales, cada substancia carecer‡ de composici—n y ser‡, por tanto, indefinible. Pero se ha visto que solo la substancia es definible; y se puede tal vez encontrar cosas que son definibles en un sentido particular. Se trata de un cap’tulo claramente dialŽctico, y con resultados que Arist—teles no acepta. Es de veras  su rechazo a encontrar algœn ser existiendo separadamente en un car‡cter universal que, de acuerdo a todos sus principios, no puede existir separadamente. Rechaza el reconocer al universal como substancia presente en la esencia de sus especies o de sus individuos. ÒBut it is his own doctrine that in some sense the universal is present in the essence of its particulars, and this will emerge laterÓ (p. CVIII).

 

Cap. 14 Òaplica a las Ideas plat—nicas los argumentos de Arist—teles contra la reducci—n de las substancias de los individuos a algo universal.Ó

 

Cap. 15 continœa el pensamiento del cap. 13; all’ hab’a argumentado que ninguna substancia puede constar de universales, porque cada universal significa no un 'este' sino un 'tal'. En tal situaci—n, a modo de corolario, se dice que la definici—n es un enunciado de notas universales, jam‡s puede expresar adecuadamente la naturaleza de un individual. Los individuos son indefinibles. Las Ideas plat—nicas  lo son en forma particular, puesto que son concebidas por los platonistas como individuas, teniendo existencia separada. Y los individuos son indefinibles, (a) porque contienen materia y son, por consiguiente, perecibles. Adem‡s —cosa que es aplicable a todos los individuos—, es obligatorio para cualquier definici—n el denominar solo cualidades comunes y, en consecuencia, el no declarar la naturaleza singular del individual.

 

Que los individuos no pueden se sujetos de definici—n, le crea a Arist—teles una seria dificultad, revisada por Zeller. (1) Primero, para Arist—teles, solo los individuos son realmente substancias. ÒLas œnicas formas que tienen existencia substancial separada de la materia son individuos —Dios y las inteligencias que mueven las esferasÓ (p. CVIII); y la equivocaci—n de los plat—nicos, segœn Arist—teles, est‡ en identificar individuos con universales (1040b 27-1041a 3). Por otra parte (2) la definici—n y la demostraci—n son los verdaderos ejemplares del conocimiento; se demuestran las propiedades universales como procediendo de definiciones universales (cf. Analitica Posteriora ). ÒAhora bien (3), lo m‡s real deber’a ser para Arist—teles lo m‡s plenamente cognoscible y, por consiguiente, en m‡ximo rigor, el sujeto de la definici—n y de la demostraci—n. ƒl ha dicho expl’citamente y m‡s de una vez que la substancia sola, o la substancia en primer lugar, es la definibleÓ (p. CIX; 1030a 21-b7, 1031a 13, 1039a 19).

 

En varios pasajes Arist—teles insinœa una soluci—n. (1) Los individuos, aunque no son definibles, son conocidos con la ayuda del pensamiento intuitivo (novhsi") o de la percepci—n; los individuales inteligibles como 'este c’rculo' por la noesis, los individuales sensibles por la percepci—n. (2) Una diferente soluci—n. ÒEs solo el conocimiento como existiendo potencialmente (i. e., como lo es en la mente de un hombre de ciencia cuando este no est‡ pensando el objeto de su ciencia) el que es propio del universal; el conocimiento actual es propio del individualÓ (p. CIX). Pero casi no se responde a la dificultad; Òporque aunque el trabajo cient’fico se ocupa as’ de los particulares, no se ocupa de ellos en su plena particularidadÓ(p. CX). En el caso del cient’fico, Òsu ocupaci—n es abstraer, y, en consecuencia, puede que su conocimiento jam‡s se adecue a la realidad plena de los individuales. Para un adecuado conocimiento de ellos ai[sqhsi" y novhsi" parecen ser necesarios tanto como  ejpisthvmhÒ (ibid.).

 

En el cap. 16 prueba dos corolarios de los principios establecidos en el cap. 13. El primero. ÒDel principio de que ninguna substancia consta de substancias actuales, se sigue que las partes materiales de las substancias —los —rganos y los tejidos que componen un cuerpo vivo, y sus m‡s remotos constituyentes, los cuatro elementos— no son en realidad substancias existentes sino meras potencialidadesÓ (p. CX). El segundo. Cuando hab’a establecido (cap. 13) que ningœn universal puede ser substancia, Žl hab’a considerado los universales m‡s limitados, los gŽneros que segu’an por debajo de las infimae species. Ahora pasa a los universales m‡s extensos, los transcendentalia, ser y unidad, que no son gŽneros sino que abarcan todos los gŽneros. Estos tambiŽn, porque son 'comunes', no pueden ser substancia.

 

La esencia es substancia. Arist—teles ha mostrado que la substancia de las cosas no es ni su substrato ni su universal (tampoco lo es su gŽnero, que es un tipo de universal). Luego, en el cap. 17, trata de mostrar que ella es la forma o esencia.

ÒSe ha acordado que la substancia es una fuente originadora, y causa, esto es, que ella es lo que hace que las cosas sean lo que son. Es la respuesta a la pregunta ÀporquŽ?Ó (p. CXI). Un verdadero tipo de pregunta, en que se busca una causa, que es la esencia, y que puede ser el fin que se ha de promover (e. g. una casa; artefacta), o la causa motriz. Nuestra pregunta es ÀquŽ transforma a la materia en una cosa particular? La respuesta: la presencia de la esencia de la cosa particular, que no es en la cosa un elemento distinto al lado de sus elementos materiales; tampoco es algo compuesto a partir de los elementos; es la causa directa del ser de esas cosas.

 

Lo que describimos abstractamente como esencia, se–ala Arist—teles, es, desde un punto de vista concreto, unas veces una causa final, otras una causa eficiente. ÒNormally the real answer to the question is to name the final causeÓ (p. CXII). ÒEn sus obras biol—gicas, Arist—teles constantemente intenta explicar la estructura mediante la funci—n.  y del mismo modo con los artefacta. ÀQuŽ es lo que transforma esos ladrillos y piedras en una casa? El hecho de que ellos est‡n dispuestos de tal manera que sirvan de refugio para las cosas vivientes y los bienes ( H. 1043a 16, 33). Regularmente, entonces, la causa formal es tambiŽn una causa finalÓ (1044b 1).

 

As’, Z, en tanto identifica la substancia —aquello que hace a una cosa lo que es— con la esencia, est‡ dando una explicaci—n menos abstracta y m‡s satisfactoria, es decir, una explicaci—n mediante causas finales o mec‡nicas; o mediante ambas. Aunque se menciona la reducci—n de la esencia a causas finales o eficientes, ello no se recalca en el Libro dseda. Lo que se enfatiza principalmente en el cap. 17 es que la esencia no debe ser concebida, ya sea como un componente que existe al lado de los componentes materiales, o como consistiendo ella misma de componentes materiales. Debemos alejarnos de toda concepci—n materialista de la esencia y de tratarla como la estructura de la cosa concreta. Arist—teles crey— en la naturaleza inmaterial de la forma inmanente.

 

ÒEsta es, entonces, la respuesta de Arist—teles a la pregunta de quŽ es la substancia. La substancia de una cosa es el principio de estructura, cuya presencia en un conjunto de materiales los hace no un mero conjunto, sino un todo organizadoÓ (p. CCXIII).

En H. 2,3 se precisa la noci—n de substancia como la causa del ser;  lo que hace de una cosa lo que es (1043a 2). (1) Se se–ala que la diferencia o principio estructural que hace que una cosa sea lo que es, puede ser de muchos tipos. Puede ser un asunto de fusi—n (como en el hidromiel), o de trabaz—n o enlace (como un haz de le–a), o de posici—n (como, Ôen el umbralÕ), o de tiempo (como, Ôal desayunoÕ), o de lugar (como, Ôestar pendienteÕ), o de una cualidad sensible tal como dureza y suavidad, sequedad y humedad). Incluso totalidades m‡s complejas, como mano o pie.

 

En Z. 17, Arist—teles se hab’a expresado como si la esencia o principio estructural de cualquier cosa —como de hombre, de una casa— fueran substancia. ƒl ahora rectifica esta impresi—n: ÒNinguna de las diferencias nombradas arriba est‡ en la categor’a de substancia —ellas est‡n en la categor’a de estado, posici—n, tiempo, lugar, o cualidad. Pero ellas ofrecen una analog’a con la substancia. Ellas son a la materia, en las cosas nombradas m‡s arriba, como la forma substancial lo es a la materia en substancias verdaderamente naturales. Ellas, como el elemento de forma en las verdaderas substancias, hacen la parte de la 'actualidad', mientras que la materia hace la parte de la 'potencialidad' ((1043a 4-7); porque estas expresiones ahora comienzan a ser usadas en conexi—n con la forma y la materia, y tienden a tomar su lugarÓ (p. CXIV).

 

ÒNo siendo estas diferencias substancias, las cosas caracterizadas por ellas —artefacta, estados temporales de substancias, y partes de cuerpos vivientes— no son ellas mismas substancias. De hecho, de las cosas perecibles, solo aquellas que se 'sostienen juntas por naturaleza', unificadas por un poder inherente de iniciaci—n del movimiento, son substancias" (ibid.). Lo dem‡s no es, en un sentido pleno, substancia.Ó Solo las cosas vivientes tienen 'naturaleza' en el sentido pleno, el poder de una reacci—n intencional y centralmente controlada frente a una variedad de est’mulos; y solo esas, de entre todas las cosas perecibles son, en sentido pleno, substanciasÓ (ibid.). 

 

IV.  La Teolog’a de Arist—teles

 

ÒEl Libro L es con raz—n considerado como la coronaci—n de la Metaf’sica. Arist—teles le ha dado el nombre de 'teolog’a' a la m‡s alta de las ciencias, la ciencia de aquel tipo de ente que combina una existencia substancial, independiente, con la exenci—n de todo cambio; y es en este libro en el que encontramos su œnico tratado sistem‡tico en teolog’aÓ (p. CXXX). Parece haber en sus escritos m‡s tempranos ciertas 'pruebas de la existencia de Dios' muy diferentes de las que se encuentran en Lambda,  como su anticipaci—n del argumento 'ontol—gico' en el De Philosophia  (Fr. 1476b 22-24). Ni dej— de usar el argumento teleol—gico (Fr. 1476a 34‑b 11); o sue–os y premoniciones (Fr. 1475b 36); incluso el instinto animal (Cier—n de Nat. Deor. II 49. 125).

 

En L, sin embargo, proporciona argumentos por la existencia de un Dios alejado de la religi—n popular, de modo que parece no buscar acomodarse a su audiencia; argumenta, en cambio, a partir de principios arraigados profundamente en su metaf’sica. Su argumento en favor de la existencia de Dios, es una forma especial de argumento 'cosmol—gico', a contingentia mundi.  ÒLas substancias son las primeras de las cosas existentes. Por consiguiente, si todas las substancias son perecibles, todas las cosas son perecibles. Pero hay dos cosas que son imperecederas, el cambio y el tiempo. El tiempo debe serlo, puesto que no hay antes y despuŽs a excepci—n del tiempo. Y el cambio debe ser igualmente continuo con el tiempo; ya que  el tiempo debe ser, o lo mismo que el cambio, o concomitante con Žl. Ahora bien, el œnico cambio continuo es el cambio de lugar, y el œnico cambio continuo de lugar es el movimiento circular. Debe existir, por consiguiente, un movimiento circular eternoÓ (p. CXXXII).

 

ÒAhora bien, para que haya movimiento eterno, debe haber:

(1) una substancia eterna. Hasta aqu’, las Formas plat—nicas podr’an bastar. Pero (2) esta substancia eterna debe tener en s’ un principio capaz de causar movimiento, cosa que las Formas no tienen. (3) No solo debe poseer este poder sino ejercitarlo. (4) Su esencia no debe ser poder sino actividad, ya que de otro modo podr’a serle posible a veces no ejercer este poder, y cambiar en caso de no ser eterna. (5) Esas substancias deben ser inmateriales, puesto que ellas deben ser eternasÓ (p. CXXXII). Arist—teles, por otra parte, acude a la experiencia para mostrar que hay algo que se mueve con un movimiento circular incesante, a saber, el cielo estrellado. Luego pasa a hacer una nueva consideraci—n acerca del primer motor. ÒPuesto que la esfera de las estrellas fijas se mueve, tiene que haber algo que lo mueve. Ahora bien, aquello que mueve y es movido es un intermediario con el que no podemos quedar satisfechos; puesto que debe haber algo que mueve sin ser movidoÓ (p. CXXXIII). Este es el ente eterno, substancial, puramente actual, cuya existencia Žl ya ha probado. ÒEl nuevo aspecto que ha descubierto ahora es su inmovilidad, la que podr’a ser inferida directamente de su inmaterialidad probada previamente, puesto que el movimiento presupone  u{lh topikhÓv (i. e. Ômaterial espacialÕ).

 

Ahora bien, Òla causalidad f’sica del movimiento supone el contacto del que mueve y del que es movido y, por consiguiente, una reacci—n del movido sobre el que mueve. El motor inm—vil debe, por consiguiente, causar movimiento, en un modo no-f’sico, siendo un objeto de deseo. 'Toca', pero de un modo metaf—rico (como, p. e., alguien que nos hiere sin tocarnos); pero a veces se describe como teniendo un car‡cter casi f’sico: Òya que se dice que el primer motor no solo opera directamente sobre la esfera exterior del universo, y solo indirectamente en las esferas interiores, sino que de hecho est‡ en el exterior del universo; esta es una expresi—n poco cauta en la que no se deber’a insistir. El punto de vista genuino de Arist—teles es, indudablemente, que el primer motor no est‡ en el espacioÓ (p. CXXXIV).